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Testigos de juicios en el sur revelan agresiones, amenazas y desprotección

Testigos de juicios en el sur revelan agresiones, amenazas y desprotección

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Amenazas, agresiones físicas y verbales y un sentimiento de desprotección comparten como vivencias quienes han participado como testigos en juicios realizados en la macrozona sur. Tras optar por declarar en causas por atentados incendiarios, ataques armados y otros hechos de violencia, advierten que la falta de garantías desincentiva la colaboración de quienes cuentan con información que puede ser relevante para aclarar delitos.

En medio del debate sobre los testigos protegidos que el Ministerio Público incluyó en la acusación contra los cuatro imputados por el homicidio de los carabineros Misael Vidal, Sergio Arévalo y Carlos Cisterna —lo que fue cuestionado por la defensa y resuelto a favor de fiscalía por el tribunal—, “El Mercurio” recogió las experiencias de quieneshan desechado sus temores y subieron al estrado, con y sin resguardo de identidad.

Gestos intimidantes

Luego de conducir su auto sola desde Collipulli, sin mayores medidas de seguridad y pese a la insistencia de su familia para que no testificara en el juicio en que fue condenado el vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Héctor Llaitul, la contratista forestal Yasna Navarrete se presentó en abril de 2024 en el Tribunal Oral de Temuco.

Lo que no imaginaba la empresaria y dirigente gremial es que su testimonio tendría que hacerlo mirando de frente al líder de la CAM, ubicado a escasos metros de ella. El activista jamás dejó de observarla con gestos intimidantes, relata y recalca que decidió comparecer “no solo por los múltiples atentados de

la CAM hacia mi familia, sino que también para ser la voz de otras víctimas”.

Similar es el relato de Jorge Luchsinger Mackay, hijo mayor del matrimonio de agricultores que fue quemado vivo en un ataque incendiario contra la Granja Lumahue de Vilcún, en enero de 2013. Si bien desde entonces Luchsinger, empresario agrícola, exconsejero regional de La Araucanía y candidato al Senado, ha participado en tres juicios por esta causa y en cientos de audiencias y alegatos para oponerse a las solicitudes y demandas de los hasta ahora tres comuneros mapuches que cumplen penas de presidio, recuerda especialmente un episodio.

En su declaración en el primero de los juicios, también la disposición de la sala hizo que su interlocutor permanente —y a quien casi por obligación se tuvo que dirigir durante su exposiciónfuera Celestino Córdova, quien finalmente sería sentenciado a cumplir 18 años de cárcel, los que hoy completa en el Centro de Educación y Trabajo (CET) de Vilcún, aunque goza de beneficios carcelarios de salidas periódicas.

Recuerda que Córdova lo intentó intimidar con la mirada. “No me hizo ningún gesto en especial, pero claramente buscaba incomodarme, pero no le dio resultado”, asegura.

Sal en Temuco y monedas en la Suprema

“En cuanto a agresiones físicas, recuerdo varias. Una vez, familiares de un imputado nos lanzaron, en el tribunal de Temuco, algo que después supimos que era sal. En otra ocasión, cuando estábamos en los alegatos de un recurso presentado ante la Suprema, nos tiraron monedas. En general, siempre nos gritaban cosas e incluso agredieron a algunos familiares, tanto dentro como fuera del tribunal, y nos rompieron los vidrios del auto”, relata Luchsinger.

Como medida de protección, tanto al testificar como al asistir a las audiencias, “siempre nos ofrecían salir por puertas secundarias, pero sin ánimo de ser desafiante, no es normal que uno como víctima tenga que esconderse”.

Datos privados del domicilio

Alejo Apraiz, transportista y presidente de la Asociación de Víctimas de la Violencia Rural, ha participado en dos juicios por delitos en la macrozona sur. En uno, como testigo sin resguardo, y en otro, bajo la supuesta reserva de sus datos personales. “Antes de iniciar mi declaración como testigo protegido, y mientras me encontraba detrás de un biombo instalado en la sala, lo primero que hizo uno de los tres jueces fue leer a viva voz todos los datos de mi domicilio, con el nombre de la calle, número y comuna, y pedirme que lo ratificara. Les pregunté dónde quedaba mi carácter de testigo protegido. Se quedaron mirando entre ellos y no respondieron”, revela Apraiz.

“Aunque nunca dijeron mi nombre, hubo un descriterio que me expuso y me dejó en evidencia”, enfatiza.

Considera que “el estándar que existe en Chile para proteger a quienes aportan declaraciones en un juicio es muy básico y precario, y aquí urge homologar los resguardos que existen en otros países donde el testigo efectivamente tiene una condición de protegido”.

Asimismo, cuando declaró sin solicitar reserva de identidad asistió acompañado de su abogado, y pese a no sufrir agresiones vivió momentos de tensión. “Al llegar al Tribunal de Angol, estaba lleno de comuneros mapuches, que eran familiares, amigos o vecinos del imputado, así es que, cuando me vieron, de inmediato supieron que yo era uno de los testigos”, cuenta Apraiz. Agrega que “la única concesión que tuvimos de la justicia fue que nos hicieron entrar y salir por una puerta trasera”.

“Falta de resguardo para testigos y abogados”

El abogado Juan de Dios Fuentes Vega considera que en los juicios de alta connotación la falta de resguardo no solo impacta en las víctimas y testigos, sino que también en los abogados querellantes, y asegura que en su caso “es pan de cada día” sufrir golpes y soportar el lanzamiento de objetos y líquidos. “Alrededor de 2015, tras prestar declaración en el tribunal, mi padre tuvo que escapar de un grupo de personas que con palos lo atacó. Aunque él resultó ileso, le destruyeron su jeep”, cuenta.

Añade que “incluso el juez salió a mirar qué estaba pasando y el abogado de los imputados le ofreció disculpas, ya que no justificaba lo que había ocurrido”.

Fuente: El Mercurio

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