De la araucaria al canelillo: las 7 especies de flora declaradas monumentos naturales en Chile
Chile destaca por su territorio único y altamente biodiverso. Su geografía, entre el desierto y la Patagonia, ha generado especies vegetales endémicas con historias sorprendentes. Para resguardarlas, algunas fueron declaradas Monumento Natural, una categoría especial creada en 1967 que protege sin excepciones a cada individuo de esas especies por su excepcional valor biológico, cultural o científico.
Esta figura legal no solo restringe su tala o alteración, sino que promueve su estudio, restauración y conservación en todo su rango natural. Actualmente son solo siete las especies vegetales que ostentan este estatus en Chile. Conocerlas es el primer paso para valorar su existencia y contribuir a su protección.
Araucaria o pehuén (Araucaria araucana)
Distribuida en las zonas altas de la cordillera entre el sur del Biobío y La Araucanía, esta especie puede alcanzar más de 40 metros de altura y superar ampliamente el milenio de vida, lo que la convierte en una de las especies más longevas del país y un verdadero emblema de los ecosistemas montañosos del sur de Chile.
Araucaria Parque nacional
Uno de los ejemplares más antiguos se encuentra junto a la laguna Captrén, en el Parque Nacional Conguillío, y se estima que tiene alrededor de 1.021 años.
Actualmente, la especie está clasificada como “vulnerable” por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) debido a múltiples amenazas como los incendios forestales, el cambio climático y la expansión de especies exóticas como el pino y el eucalipto.
En 1976, la araucaria fue el primer árbol chileno en ser declarado Monumento Natural, una medida clave que permitió restringir su tala y promover programas de conservación de sus poblaciones.
Su lento crecimiento también la convierte en una fuente invaluable para la dendrocronología, la ciencia que estudia los anillos de crecimiento de los árboles para reconstruir la historia climática de la región.
Alerce o lahuán (Fitzroya cupressoides)
Habita los bosques templados lluviosos del sur de Chile, especialmente entre las regiones de Los Lagos y Aysén. Es una de las especies arbóreas más longevas del mundo. Un ejemplo notable es el llamado “Gran Abuelo”, un árbol milenario que crece en el Parque Nacional Alerce Costero, en la Región de Los Ríos.
Alerce andino
El alerce sigue siendo objeto de valiosas investigaciones dendrocronológicas que permiten reconstruir la historia ambiental del sur de Chile.
Durante años se estimó que tenía unos 3.500 años de antigüedad, pero un estudio publicado en Science en 2022 sugirió que su edad supera los 5.400 años, lo que lo convertiría en el árbol más viejo del planeta. Su descubrimiento ha sido clave para el estudio de los cambios ambientales y climáticos de los últimos milenios.
La madera del alerce, valorada por su resistencia y durabilidad, fue intensamente explotada desde tiempos coloniales hasta el siglo XX, llevándolo al borde de la extinción. En 1997 fue declarado Monumento Natural, lo que permitió frenar su tala y dar paso a una recuperación moderada de sus poblaciones.
Queule o keule (Gomortega keule)
Endémico de la costa entre Maule y Biobío, el queule es un relicto evolutivo: el último de su linaje botánico. Sus frutos amarillos eran dispersados por megafauna prehistórica y hoy sólo crecen en fragmentos de bosque costero húmedo.
Keule
Sus frutos alguna vez habrían sido dispersados por grandes mamíferos extintos como los gonfoterios. Foto: M.Gardner, RBG Edinburgh.
Está declarado Monumento Natural (1995) y su estado “en peligro” refleja la pérdida de hábitat por incendios, agricultura y plantaciones exóticas. Las iniciativas de propagación en viveros son clave para evitar su desaparición.
Ruil (Nothofagus alessandrii)
Refugio del pasado, el ruil se encuentra en bosques del secano costero del Maule, en pocas decenas de hectáreas. Su follaje caducifolio evoca los antiguos bosques patagónicos, y algunos ejemplares superan los 200 años de edad. Es considerado el Nothofagus más primitivo del hemisferio sur.
En estado crítico de conservación, sus poblaciones han sido reducidas por incendios forestales, plantaciones de pino y expansión agrícola. La protección legal (1995) ha impulsado proyectos de restauración y conservación genética.
cológica de márgenes ribereños y otras áreas críticas, con el objetivo de favorecer su regeneración natural y evitar su desaparición definitiva.
Belloto del norte (Beilschmiedia miersii)
Nativo de bosques esclerófilos entre Valparaíso y O’Higgins, este árbol resiste suelos pobres y condiciones semiáridas. Hoy existen apenas unos 18.000 individuos dispersos en quebradas y laderas costeras.
Declarado vulnerable por la UICN y protegido desde 1998, su conservación ha comenzado a consolidarse gracias a reforestaciones con semilla local y restricciones a la minería y explotación forestal en su entorno.
Belloto del sur
Aunque pocos, sus ejemplares sobreviven en zonas de suelo húmedo y sombra densa. Fue declarado Monumento Natural en 1995 y actualmente está en “peligro crítico”. Es objeto de iniciativas para recuperar y plantar nuevos individuos en corredores ecológicos, como medida clave ante la pérdida de su hábitat.
Canelillo o pitao (Pitavia punctata)
Este árbol siempreverde habita quebradas y cursos de agua en un área muy restringida entre las regiones del Maule y La Araucanía. Durante décadas ha sido severamente afectado por la tala, la fragmentación de su hábitat y el cambio en el uso del suelo.
Canelillo
Menos de 1.000 individuos maduros quedan en su hábitat original. Foto: César Sepulveda.
Hoy en día, es una de las especies arbóreas más amenazadas de Chile y figura en la categoría de “En Peligro de Extinción”. Se estima que su área efectiva de ocupación es menor a 10 km².
Debido a este grave deterioro, fue declarado Monumento Natural en 1995. Desde entonces, se han impulsado acciones de conservación enfocadas en la restauración ecológica de márgenes ribereños y otras áreas críticas, con el objetivo de favorecer su regeneración natural y evitar su desaparición definitiva.
Fuente: Meteored