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Estudio revela la paradoja de los incendios forestales: menos superficie, más personas en riesgo

Estudio revela la paradoja de los incendios forestales: menos superficie, más personas en riesgo

Los incendios forestales han marcado con fuerza la última década en distintos rincones del planeta. En Chile, los recordamos por las tragedias vividas en la zona centro-sur, mientras que a nivel global los estudios muestran un cambio sorprendente: aunque la tierra quemada ha disminuido en un 26 % entre 2002 y 2021, la población expuesta a incendios aumentó en un 40 %.

El hallazgo fue publicado recientemente en la revista Science bajo el título “Increasing global human exposure to wildland fires despite declining burned area” y plantea un desafío urgente: no basta con medir cuántas hectáreas arden, si no cuántas personas están en riesgo.

Aumento de la población a la exposición

El estudio se basó en datos satelitales de la NASA, que permiten identificar la superficie quemada año a año. Los resultados confirman una reducción global en la extensión de incendios, sobre todo en las sabanas africanas, donde los cambios en prácticas agrícolas han limitado el fuego. Sin embargo, esta aparente buena noticia se ve opacada por el fuerte incremento en la exposición de la población.

El concepto de interfaz urbano-rural es clave para entenderlo: son las zonas donde la expansión de ciudades y pueblos se encuentra con áreas de vegetación inflamable. Allí, cada hectárea que se quema puede afectar a cientos de personas.

Según el estudio, el 85 % de todas las exposiciones humanas a incendios ocurren en África, especialmente en países como la República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Mozambique, Zambia y Angola. Aunque concentran solo el 3 % de la población mundial, aportan la mitad de las personas expuestas a incendios en el planeta.

Menos área quemada pero incendios forestales más intensos

Si bien el área total quemada disminuyó, los incendios tienden a ser más intensos, extremos y destructivos, impulsados por condiciones climáticas más adversas.

El cambio climático genera veranos más largos y secos, aumenta la frecuencia de olas de calor y reduce la humedad en los suelos y la vegetación. Estas condiciones favorecen lo que los científicos llaman “incendios de sexta generación”, capaces de crear su propio clima y difíciles de controlar incluso con grandes equipos de combate.

Menos área quemada, pero no por azar: cambios en el uso de suelo, más fragmentación del paisaje y mejor manejo de incendios explican la tendencia

En países de América del Norte, Europa y Oceanía, se ha visto cómo los incendios arrasan zonas urbanas completas, obligando a evacuaciones masivas. Esto refleja una tendencia global: los incendios ya no son solo un problema de áreas rurales, sino que se han convertido en una amenaza directa para comunidades enteras.

Visión hacia Chile

Chile no está ajeno a esta realidad. El país tiene una larga historia de incendios forestales, pero en los últimos años estos han sido más destructivos. El verano de 2023 estuvo marcado por siniestros en la zona centro-sur que devastaron miles de hectáreas, mientras que en febrero de 2024 Valparaíso vivió la tragedia más dolorosa de su historia reciente, con más de un centenar de fallecidos y miles de viviendas destruidas.

En nuestro territorio, la combinación de clima mediterráneo, sequías prolongadas y expansión urbana en zonas de riesgo convierte a los incendios en una amenaza creciente. Además, las plantaciones forestales homogéneas y el abandono de áreas rurales incrementan la disponibilidad de combustible vegetal.

El estudio global es una advertencia para Chile: aunque la superficie total quemada pueda variar año a año, lo que realmente importa es la creciente exposición de las comunidades. Las medidas de prevención deben centrarse en la planificación territorial, la regulación de la interfaz urbano-rural y el manejo de combustibles alrededor de las viviendas.

La paradoja del estudio es que hay menos superficie quemada, pero más riesgo humano: los incendios son ahora más intensos y se acercan peligrosamente a nuestras comunidades, agravados por el cambio climático.

Los incendios forestales ya no pueden medirse solo en hectáreas perdidas. Detrás de cada evento hay personas, comunidades y territorios vulnerables. El mundo arde menos en extensión, pero arde más cerca de donde vivimos.

Para Chile, el desafío es claro: adaptarnos a un clima más extremo y a una urbanización desordenada, fortaleciendo la prevención y la resiliencia comunitaria.

Fuente: Meteored

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