Mujeres, nuevas operadoras de maquinaria forestal

Mujeres, nuevas operadoras de maquinaria forestal

Equidad de género, concepto tantas veces escuchado y tan poco entendido, significa que hombres y mujeres tengan los mismos derechos, beneficios, oportunidades y ser tratados con el mismo respeto en todos los aspectos de la vida cotidiana. Este es un asunto pendiente en el cual avanzar a nivel mundial y el sector forestal chileno lo está entendiendo así, según lo demuestran algunas iniciativas desarrolladas por gremios forestales en sintonía con políticas públicas en este sentido, en un contexto de pandemia, donde el empleo femenino se ha visto particularmente afectado.

Iniciativas como Más Mujer Forestal, que incorpora mediciones y acciones para avanzar en la equidad de género en el sector, y la mesa de trabajo de la Asociación de Contratistas Forestales AG, con la secretaria regional ministerial de la Mujer y Equidad de Género del Biobío, Sernameg Biobío, buscan concretar la presencia femenina en las mismas faenas, incluyéndolas en espacios generalmente pensados para los hombres y en donde las mujeres estaban más bien en ámbitos administrativos. 

Y es así como, a través del programa Jefas de Hogar de Sernameg, Carolina Pardo, María José Ortiz y Jenniffer Araneda se capacitaron para ser hoy operadoras de maquinaria forestal contratadas por ARAUCO. 

Carolina Pardo tiene 29 años, es de Hualqui en la región del Biobío, y desde fines de agosto se incorporó a la faena en Luga, entre Quirihue y Cobquecura, operando la máquina de clasificado y arrumado. Antes no había tenido relación alguna ni conocimiento del rubro, pero aún así aceptó el desafío, “para insertarme laboralmente, trabajar y cumplir mis metas que es tener mi casa y darles un buen futuro a mis hijos.” Ellos tienen 13, 10 y tres años y medio y mientras Carolina está en el turno, su mamá se queda con ellos. “Me gustan las máquinas, la naturaleza y el campo y, a través de la municipalidad, me inscribí y me mostraron un vídeo que era muy diferente a lo que estoy haciendo, nunca nos dijeron que íbamos a ser operadoras de máquina. Yo encontré que era algo que también podía hacer, era algo nuevo ¿por qué las mujeres no? y los hombres si pueden, porque siempre nos miran en menos y uno puede ser igual que ellos o mejores.”

Fue un mes de clases virtuales desde su casa y luego, realizó una práctica de tres meses en máquinas para ser operadora desarrollada en pleno invierno, con condiciones climáticas rudas, con cortes de camino y vestidas con trajes de agua, pero consciente de que son experiencias que se deben vivir. 

31 años tiene Jenniffer Araneda González y varias experiencias laborales previas en el retail y manejando un furgón escolar. Es oriunda de Hualqui y debido a la pandemia quedó cesante. Una amiga le contó del programa Jefas de Hogar del Sernameg donde hacían cursos, se inscribió y hoy está a cargo de un equipo procesador que limpia y corta los árboles según los estándares de ARAUCO en la faena en Luga. “Luego de hacer un curso de inglés y de manipulación de alimentos, la encargada me cuenta de una oportunidad para postular a chicas al área forestal, para manejar máquinas pesadas y yo le dije ¡ya!, pasé las 500 entrevistas que me hicieron más los exámenes médicos y aquí estoy.”

Sin relación previa con lo forestal, excepto por su padrino que trabaja hace 30 años en el rubro, Jenniffer no tuvo nunca mayor conocimiento de máquinas. “Todo lo he ido aprendiendo en terreno. Quise conocer otro rubro y estoy fascinada con el área forestal desde el primer día, desde que empezamos con el teórico y vimos las máquinas me empezaron a gustar. Igual hay un poco de miedo cuando una se sube, pero ha ido pasando con el tiempo porque me gustan las máquinas. Me proyecto acá, las lucas no son malas, no hay de qué quejarse y los turnos son buenos. Es para el futuro del proyecto que tenemos con mi pareja.”

Yo agradezco el apoyo que he tenido de mis compañeros y colegas, todos abiertos a ayudarme, por ejemplo, yo soy chica, la máquina es alta y tengo que abrir una cajuela para darle la corriente y no me la puedo, así que ahí me ayudan cuando me toca a mi procesar, en el campamento igual, porque con mis compañeras tenemos una cabaña para nosotras, donde tenemos tele, baño, ducha así que tenemos nuestra privacidad y en el predio tenemos nuestro propio baño con llaves, con eso somos felices.”

De Cañete es María José Ortiz Astete de 24 años. Es Ingeniera Financiera de profesión desde 2019, pero debido a la llegada del Covid-19 luego de su práctica profesional, no siguió con su plan inicial y encontró, en este programa donde su madre la incluyó junto a la Asistente Social de la municipalidad, la oportunidad y eligió seguir el curso. “Siempre he participado en los cursos que se hacían en el programa Jefas de Hogar y me gané un proyecto Fosis también. Siempre experimentando y aprendiendo y ahora quise estar acá.” Desde la faena en Luga explica que se admiró al ver a otras mujeres que estaban en maquinaria pesada en otros países y en otras partes de Chile. “Entonces, se dio la oportunidad y me dije, ¿porque no?”. 

“En la parte donde estoy yo la seguridad es muy importante, porque es un trabajo rudo. Estoy en la torre de madereo donde siempre hay que estar tirando cables, bajando laderas, es un trabajo con más movimiento que el de mis compañeras, pero ellas ayudan haciendo la otra parte del trabajo de cosecha, entonces somos un equipo en la faena.”

“No me he sentido discriminada, para nada, en realidad me sentido apoyada por mis compañeros de torre, por todos en realidad, nos tienen como reinas, nos tratan con respeto como una más.”

Carolina cuenta que al llegar a la práctica en terreno todo fue nuevo, “porque había máquinas que ni siquiera sabíamos cómo se prendían, y me decía: ¿qué voy a hacer yo en una máquina tan grande? ¿cómo me subo a la máquina? ¿cómo la muevo? Es una máquina que se maneja solo con los pies, no tiene manubrio. Fue una semana de aprender, me costó en un principio, pero la segunda semana ya le fui agarrando el ritmo y después no me quería bajar.” 

“No hemos tenido ningún problema con los compañeros, primero nos conocimos por el grupo de WhatsApp del curso y ahora echamos la talla, conversamos, todos nos llevamos bien, no hay nadie que haya tenido un problema con otro. Me he sentido súper, nada que decir de los chiquillos, nadie nos ha mirado en menos, nada. Ahora mi familia está aquí, uno va como de vacaciones a la casa los fines de semana, mis compañeras de pieza, los chiquillos, uno pasa más acá que en su casa. Mis hijos es lo que más me ha dolido, es lo que más cuesta soltar. Ellos están contentos, les hacía video llamada desde la faena para mostrarles lo que hacía y están orgullosos de que me pueda subir a una máquina tan grande. Lo que estoy haciendo hoy en día me gusta, estoy bien, estoy feliz con lo que estoy haciendo. “

Carolina quiere seguir aprendiendo en la máquina que maneja y en un tiempo más cambiarse a otra, para probar el procesador y luego a la shower, “por el momento quiero seguir perfeccionándome en este equipo y en un tiempo más cambiarme a otra máquina. De aquí nadie me va a mover.”

María José, por su parte, explica que le gustaría estar unos cinco años más “si se puede, aprender bien la máquina y después ir cambiando de máquina, cambiar de experiencia, me gusta estar acá, me gusta lo que hago. Los turnos son buenos porque son siete días de descanso y siete en campamento, igual es bacán, y como no tengo hijos, entonces no es un obstáculo. Además, en los otros siete días uno puede hacer otras cosas, seguir con proyectos aparte y seguir teniendo ingresos extras, porque siempre hay que ir por más.”

Que vengan que seamos más mujeres en lo forestal porque podemos, y estamos acá para aportar con el lado femenino, sin tener miedo a las máquinas, he ido tomando más confianza y todo se va dando.

Jenniffer invita a otras mujeres a que se atrevan, “la idea es dejar la puerta abierta a quienes quieran seguir nuestros pasos, ¿quién sabe? tener una faena de puras mujeres, sería genial.”

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